Desde que Satya Nadella tomó posesión como CEO de Microsoft, se ha acelerado una nueva apertura de la compañía hacia alianzas que antes eran impensables, porque representan un talante de colaboración entre empresas que rivalizan incluso en el mismo segmento de mercado. Para que así ocurra, hace falta que el interlocutor tenga una actitud equivalente, y esto ocurre con frecuencia en las circunstancias del mercado. Uno de los últimos acuerdos que ha firmado Microsoft tiene como contraparte a IBM, por el que ambas ofrecerán aplicaciones de la otra en sus respectivas nubes. La moraleja es explícita: ninguna quiere aislarse, y esto requiere dejar de lado viejos resentimientos.
La singular alianza implica que el middleware de IBM – en particular WebSphere Application Server – correrá en máquinas virtuales de Azure tanto para desarrollo como para despliegue. Por otro lado, Microsoft e IBM trabajarán para que las herramientas .NET sean compatibles con Bluemix, oferta PaaS de IBM/SoftLayer.
Es notorio que Microsoft pretende que Azure, su plataforma cloud, pueda trabajar con las ofertas de sus competidores. Todo tiene un límite, sin embargo. Hay un acuerdo vigente con Oracle, y otro con Salesforce pero se antoja difícil sentarse a la mesa con Amazon o Google, pero nadie ha dicho la última palabra. Nadella evita alzar la voz, y su mano derecha en el negocio cloud, Scott Guthrie, se encarga de mostrar la mejor disposición a colaborar con el prójimo.
Según la política inaugurada por Nadella – y que ya defendía en su puesto anterior – Microsoft debe dar la máxima importancia a la productividad y a las plataformas para cada uno de los empleados, equipos de trabajo y procesos de negocio de sus clientes; al servicio de ese objetivo, lo demás es accesorio.Nadella habla de crear y ofrecer una plataforma ubicua que incluye, por supuesto, Azure, Office 365 y Dynamics, pero también cualquier otro software no originado en la factoría Microsoft que esté siendo utilizado por sus clientes. Por tanto, la nube de Microsoft soportará cualquier tipo de dispositivo y de sistema operativo, se llame Windows Server o Linux (sic).
Esta inesperada declaración de amor por Linux, antaño calificado por Steve Ballmer como «ese cáncer», tiene explicación: los clientes quieren servicios en la nube que incorporen software de otras fuentes; según la propia Microsoft, cerca del 20% de las cargas de trabajo que se ejecutan actualmente en Azure están basadas en Linux. En concreto, acoge cinco distribuciones: CoreOS, Ubuntu, CentOS, OpenSuse y Oracle Linux. Nombres como MongoDB, Hadoop o Cloudera (la segunda distribución de Hadoop ofrecida en Azure, después de Hortonworks, que es su primera opción) han sido incorporados al repertorio.
Para redoblar su apuesta, Microsoft asegura que a finales de 2014 Azure tendrá servidores dedicados en 19 regiones, el doble de las ubicaciones con las que cuenta AWS y cinco veces más que Google. Puede tener importancia, habida cuenta de los recelos hacia la deslocalización de los datos. Microsoft está invirtiendo casi 4.500 millones de dólares en centros de datos.
Al mismo tiempo que da soporte a productos ajenos, Microsoft quiere que su nube sea acogedora para cualquier lenguaje de programación, de manera que los desarrolladores puedan llevar su código a Azure. Algunos datos ilustran por qué: de los 10.000 clientes que cada semana suma Microsoft – o ese proclama – más del 60% se suscriben a servicios de alto nivel y más del 40% de los beneficios de Azure provienen de startups y desarrolladores. Para estos dos grupos, ha anunciado la apertura de Azure Marketplace, que estará liderada por la disponibilidad de Cloudera. En declaraciones recientes, Nadella ha dicho que Cloudera es uno de los mejores ejemplos de cómo un socio corporativo está sacando partido de este soporte híbrido e hiperescala.
Pensando también en no poner barreras a cómo quieren los clientes usar el cloud computing, Microsoft se ha aliado con Dell para presentar el concepto de «nube en una caja», que incluye hardware de Dell y software de Microsoft (Azure, Windows Server y System Center). El objetivo de este acuerdo es que permita a las empresas ejecutar nubes híbridas en sus propios CPD y que puedan moverse fácilmente hacia Azure. Es una implementación privada de la tecnología de nube pública de Microsoft que se instala en el propio centro de datos del cliente.
A la misma tendencia puede atribuirse el anuncio de otro acuerdo por el que las aplicaciones de Docker [plataforma abierta que permite construir, ejecutar y orquestar aplicaciones distribuídas] puedan ejecutarse en Windows Server, tanto on premise como a través de Azure.
Hace un par de semanas, en una conferencia en San Francisco, Nadella hizo varios anuncios relacionados con Azure, y dejó algunas cifras: «con más del 80% de las corporaciones del ranking Fortune 500 como clientes, podemos decir que Microsoft tiene la nube más completa, para todos los negocios, todas las industrias y todas las geografías». El énfasis ha convencido al poco dócil analista Rick Sherlund, de Nomura: según este, a finales de 2014 la suma de las diversas modalidades de cloud (IaaS, PaaS y SaaS) procurará a Microsoft ingresos de unos 5.800 millones de dólares, con los que superaría los 5.500 millones en que se calculan los ingresos de Amazon (sólo en IaaS). «Probablemente, Microsoft cerrará el año como primer vendedor de servicios cloud, y en todo caso sería el de crecimiento más rápido».